Éstas manifestaciones artísticas se produjeron antes y durante la Edad del Bronce, y muestran ciertas similitudes con el arte Egipcio y Mesopotámico, pero ofreciendo un carácter peculiar, derivado del floreciente comercio y de su vida marítima en la que se basaba su tranquilidad; de ahí viene el aspecto refinado de su arquitectura, ausente de fortalezas, contrariamente a lo que sucedería después en la Grecia continental.
Ya en el Minoico Antiguo (3000-220 a.C.) y coincidiendo con la Edad Antigua del Bronce, se crearon el las Cícladas algunas esculturas que continuaban con el estilo característico del Neolítico, mientras que en Creta se construyeron algunas obras arquitectónicas poco conocidas actualmente, ya que fueron enterradas por otras posteriores. Contrariamente a como sucedía en Mesopotamia y Egipto, en el mundo cretense la religión fue menos influyente en la vida artística, por lo que no se han encontrado templos ni lugares de culto de esta época en Creta.
La etapa más importante del arte cretense fue la del Micénico Reciente (1750-1150 a.C.), también conocida como “la era de los segundos palacios”, ya que se erigieron unos mas grandes y suntuosos sobre los anteriores. A ella pertenecen el palacio de Cnossos, Festós, Mallia, Kato Zakros y el conjunto residencial de la Isla de Thera.
La escultura, en cambio, no tuvo mucho desarrollo. Pero desde el periodo medio se fabricaron pequeñas estatuillas de diosas y sacerdotisas portadoras de serpientes, que aparecen vestidas con un largo faldellín, dejando al descubierto el pecho y una excesivamente delgada cintura. Fueron trabajadas tanto en marfil y oro como en barro cocido.
El Palacio de Cnossos
Descubierto por Sir Arthur Evans, el Palacio de Cnossos ocupaba una superficie de 150 x 100 m², con alrededor de un millas de habitaciones, por lo que ha sido relacionado con el mítico Laberinto del rey Minos.
La arquitectura era adintelada, con columnas con forma de cono invertido. Presentaba la novedad de la superposición de pisos, que llegaba a las cuatro alturas.
Las principales dependencias estaban decoradas con pinturas que plasmaban diversos temas, como escenas marítimas con gran naturalismo que se realizaban al fresco sobre capas de estuco. Era de notas la influencia egipcia, sobre todo el la frontalidad de los cuerpos y los rostros de perfil. Los colores más habituales eran los rojos, ocres y azules, empleados sin atender a la realidad.
Al final, como en Egipto, las figuras masculinas solían ser de un color pardo, más oscuro en comparación con el tono casi lechoso de las representaciones femeninas.Los temas dependían del lugar en el que estaban realizados. Así encontramos figuras varoniles, como el Príncipe de los lirios o Los portadores de ofrendas; las escenas cortesanas, como Las damas de azul; danzas y ceremonias rituales, entre las que destacan la representación de la taurokapsia, una voltereta sobre un toro de gran cornamenta.
También cabe citar los paisajes, con animales y peces sobre fondos vegetales o marinos muy naturalistas, pintados con tal fidelidad a los movimientos de los animales que se emplea el término "galope minoico" para recurrir a este convencionalismo. Además de las pinturas murales, hay que prestar atención a objetos mobiliares, como el sarcófago de Agia Tríada, decorado con escenas rituales y cenefas geométricas y vegetales.
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